Nuestro paso por la cordillera central conocida como ¨La Línea¨ fue sin traumatismos, una situación poco usual en estos últimos días ante los constantes cierres de esta carretera por los derrumbes y obras que en esta época se desarrollan.
Nos encontramos con increíbles viaductos ya en funcionamiento y otros que están cerca a su apertura, entre estas obras ya vemos los bocas de entrada y salida del futuro túnel de la línea que reducirá grandemente el paso por este trayecto.
Nuestro paso por el parque principal de Cajamarca nos hizo recordar el sentimiento vivido al pasar por Sevilla Valle, ambos regiones cafeteras que hace 60 años fueron puntos de mucha tristeza por las miles de personas que murieron como consecuencia de la violencia política que vivió nuestro país. Los adultos que ahora reposaban en sus bancas recuerdan estos duros años cuando eran solo unos niños que vieron pasar la sangre y el odio por sus calles, como a miles de personas que venían desplazadas del centro del país huyéndole a la guerra en sus fincas.
A eso de las 4 de la tarde estábamos entrando a Ibagué rumbo al parque Manuel Murillo Toro, donde se levanta el busto a este ilustre tolimense frente a la gobernación del departamento. Un punto muy frecuentado y con bastantes personas descansando en sus bancas, muchos de ellos idos en sus pensamientos, sueños y preocupaciones a quienes nos dispusimos a abordar para contarles de nuestra experiencia y deseo de amistad para sus vidas.
Como es habitual comenzamos a rodear el parque con Juan Esteban capturando aquellos momentos y conversaciones con su cámara fotográfica muy de cerca a su Papá Fernando quien iba llegando a personas que se sorprendían de vernos ofreciendo un abrazo gratis. Algunas personas, por su prevención normal ante un extraño, de entraban decían cosas como ¨gracias, ahora no hay plata¨ sin embargo, al señalarle nuestras camisas que dicen: ABRAZOS GRATIS, le confirmábamos que no tenía precio, que es un ejemplo que queremos dar para que sea imitado y replicado con los suyos bajaban su prevención y nos recibían.
Sin embargo, ha sido la ciudad donde no hemos encontrado a las personas tan dispuestas a abrazar, algunos se reían o se iban temeroso a una manifestación que con toda seguridad no se ha desarrollado en sus casas. Y es esto que hemos vivido desde pequeños ante la falta de una demostración frecuente de afecto por nuestros padres que no aprendimos a repetir esta acción como adulto, dejando solo el abrazo para aquellos momentos de efervescencia y emoción como la celebración de un gol, un triunfo, un cumpleaños, una pérdida irreparable, pero no como algo inherente a nuestro sentimiento permanente de aprecio hacia nuestros hijos, padres o amigos.
Bajamos luego por el pasaje de Bolívar donde la circulación peatonal en muy activa, los demostraciones artísticas musicales están allí presentes, haciendo honor al título que ostenta esta ciudad desde hace muchos años. Conducimos por sus calles y vías bastante largas que muestran una ciudad moderna y con gran actividad comercial como eje central de negocios que se producen en esta región plana del valle del Magdalena.
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