30/07/2010

EB Día 10 - Expedicionarios en los Desiertos de la Guajira

Bitácora de Ruta Día 10 - 28/07/09

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El viaje de Valledupar hacia la Guajira se tornaba monótono con las extensas carreteras lineales, la vegetación iba cambiando a medida que nos adentrábamos hacia la parte alta de Colombia. Cada vez estábamos más cerca de Venezuela y los vehículos con que nos cruzábamos frecuentemente mostraban placas del hermano país. Un detalle que nos llamó la atención es que aca los carros nacionales tienen unas placas diferentes a las del resto del país, incluso el fondo de la misma marca en forma vertical la bandera del departamento.

Pasadas las 7 de la noche, llegamos a Maicao, un pueblo que vive del comercio y la gasolina. A nuestro paso por el mismo, las filas interminables de ¨pimpineros¨ como se les conoce ofrecen a todos los vehículos que pasan los tarros de gasolina venezolana a precios sorprendentemente inferiores a los que estamos acostumbrados a pagar en el interior del país. Nuestro vehículo cuyo tanque se llena con 90 mil pesos de gasolina extra, lo llenamos con 24 mil pesos con 2 ¨pimpinas¨, lo que explica porque muchos taxis, buses y camiones se dirigen mucha a esta región para aprovechar estos precios, trayendo las reservas necesarias para su movilidad posterior.

Ya entrado en gastos, nos aventuramos a salirnos algunos kilómetros de nuestra ruta y fuimos hasta Uribia, la primera ciudad indígena de Colombia, como así mismo se llama, luego cruzamos hacia la costa de Manaure, sitio reconocido en el país por sus costas con personas encargadas de extraer sal del mar y enviarlas a Uribia donde se procesa. Sin embargo, no fue mucho lo que conocimos por lo tarde la noche, aunque la verdad es que en esta región no es mucho lo que hay que ver pues casi todas su vías son rectas y a los lados solo encontramos un tipo de vegetación característica de las regiones desérticas, cuyas plantas no dan fruto beneficioso para sus habitantes.

De regreso hacia Riohacha por la línea férrea que viene de las minas de carbón del cerrejón, nos encontramos con un tren increíblemente largo, con más de 50 vagones cargador del mineral que ha traído divisas a la región y progreso en las condiciones de vida para los guajiros. Luego nos encontramos con una lluvia muy intensa, que por las características de la región los relámpagos se veían amenazantes en el horizonte afectando nuestra visibilidad, pero gracias a Dios paso rápidamente.

Cuando el sueño nos vencía y hacia peligroso nuestro avance nos encontramos con el único peaje y prueba de existencia de vida en la carretera, nunca antes habíamos sentido tanta alegría al llegar a un peaje. De una solicitamos permiso para cuadrarnos a un lado del mismo y esperar a que llegara la mañana. Minutos después se soltó nuevamente la lluvia en la región, pero que a diferencia de la anterior, esta vez sentimos su beneficio al bajar la temperatura y facilitar nuestro descanso.

A la mañana siguiente nos madrugamos y salimos rumbo a Riohacha. En sus vías encontrábamos muchas personas que salían de estos matorrales sin fin a lado y lado de la vía que esconde la existencia de rancherías habitabas por comunidades indígenas de diferentes etnias que por muchos años ha habitado la región y convivido con las características de la región. Nos sorprendíamos cuando en algunos espacios que podíamos ver hacia dentro el tipo de viviendas que allí se usan, casi todos de bareque y un color café intenso generado por el barro que protege la esterilla de las mismas.



Ya en Riohacha pasada las 9 de la mañana fuimos a conocer el malecón que bordea el mar, pasando por la plaza de los cañones, lugar donde se levanta una estatua al fundador de la misma, Nicolas de Federmán. Al acercarnos demasiado hacia la arena, el vehículo se atascó en la misma, lo que nos obligó a hacerle un puente en madera y piedra por el carril de regreso a tierra firme, contando con la ayuda de estudiantes del sector que bajaban a tomar sus clases de educación física frente a la playa.

Luego de prepararnos y vestirnos nos fuimos a la plaza principal a desarrollar nuestra actividad de abrazos y fue sorprendentemente grato la recepción y calor del guajiro, que con mucha alegría nos extendió sus brazos y recibió nuestro mensaje de amistad y reconciliación, no solo entre hermanos, sino con Dios apoyado en el corto mensaje que entregamos a cada uno luego del abrazo compartido.

Después del medio día programamos nuestro GPS para que nos llevara al destino siguiente: Santa Marta con una hora estimada de las 3:15 pm por lo que hundimos el acelerador y salimos raudos a enfrentarnos con su Sierra Nevada, la cual es la montaña más alta del mundo frente al Mar.


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